Desdibujadas de la rutina
un alma que destruye la razón pura
y la practicidad de la mayéutica desnuda
despojada del ego
y del resultado.
Imprudente,
lógica,
y a la vez verosimil;
trastocada por la rutina,
la virtud despierta que abraza al infinito
que se desdobla y se bifurca
se tienta
se pierde
y se aleja del ser
sin siquiera despedirse.
En voz alterada
y alterante,
el equinoccio de las palabras tuertas
se asienta,
se establece y reverbera;
contempla
a través de la translúcida creación
la versatilidad del ser;
la mosca se detuvo sobre ella
y refutó la hipótesis,
la volvió nula e irrisoria;
destruyó cualquier intento
de siquiera considerarla alternativa
o debatible.
No logró,
ni logrará,
sin embargo,
embarazar la desesperanza del intelecto
de un destino pautado
que arde en los casquetes de los caballos
que esperan ansiosos
abrir su alma a los prados del mundo.
Certeros y definitivos.