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Saturday, 31 October 2015

Personas que me inspiran: Mahatma Gandhi



Fue un hombre que aprendió a tomar las decisiones correctas.
Nació el 2 de octubre de 1869 en la India bajo el nombre de Mohandas Karamchand. Fue abogado, pensador y político. «Mahatma» es un título honorífico que en sánscrito e hindi significa «alma grande».
En esa época, la India estaba bajo dominio inglés.
Sus padres eran religiosos y vegetarianos estrictos. Solían hacer huelgas de hambre para manifestar oposición no violenta.
Era muy inteligente, pero su rendimiento escolar dejó mucho que desear. Le costaba mucho aprender al ritmo de los demás y todos comenzaron a creer que su nivel intelectual no estaba a la altura de los otros.
Al cumplir los trece años se llevó a cabo su matrimonio arreglado —según las tradiciones indias— y Kasturba se convirtió en su esposa. Ella tenía la misma edad.
Comenzó a replantearse todo lo que había aprendido de sus padres y su curiosidad lo condujo a robar plata para comprar carne y cigarrillos. Incluso llegó a robarle oro a su propio hermano.
Arrepentido de sus actos, le confesó todo a su padre, quien lo recibió con los brazos abiertos y sin juzgarlo, lo escuchó con misericordia y compasión.
Su padre fue víctima de una enfermedad mortal cuando Mahatma tenía dieciséis años. Él se encargaba de cuidarlo. Tiempo después, su esposa sufrió un aborto natural.
Se apartó de su esposa durante varios años para viajar a Inglaterra, donde estudió Derecho y adoptó varias de las costumbres y comportamientos ingleses.
Al regresar a la India luego del fallecimiento de su madre, Mahatma vio nacer a su primer hijo y trató de impartir su profesión, pero no le resultó fácil.
Entonces lo pusieron a cargo de un caso en Sudáfrica que cambiaría el curso de su vida para siempre.
Durante el viaje en tren, sufrió discriminación y maltrato por ser indio. Los sudafricanos los consideraban inferiores. Así, se dio cuenta del gran problema que significaba la exclusión racial.
Se volvió dirigente para los reprimidos en Sudáfrica y comenzó la lucha por la igualdad y la independencia. Siguiendo el ejemplo de su familia, organizó manifestaciones pacíficas y descubrió que la protesta no violenta era la única manera de combatir la hostilidad y de llegar a un acuerdo. Veía en cada injusticia una posibilidad de negociación y no se dejaba amedrentar por amenazas intimidantes.
Mahatma estuvo preso varias veces y muchos de sus seguidores fueron golpeados y abusados hasta la muerte, pero todos seguían a rajatabla la filosofía de la no violencia.
Luego de varios años de lucha, el conflicto empeoró y el ejército británico atacó con armas de fuego a los ciudadanos. Mahatma continuó diciéndoles a sus seguidores que no recurrieran a la violencia. Él sabía que la paz era la única respuesta.
Más de trescientas personas fueron asesinadas. Las muertes y las huelgas continuaron durante un largo tiempo. En los años ’20 Mahatma escribió su autobiografía, donde reflexionó acerca de su búsqueda de la paz social y se dio cuenta de que las negociaciones con Inglaterra no lo llevarían a buen puerto.
La independencia era la clave para encontrar la tan deseada paz.
Luego de que Inglaterra declarara ilegal la venta de sal para todos excepto los miembros del gobierno británico, Mahatma organizó la Marcha de la Sal, una caminata que abarcó 125 km. El destino final era el mar Arábigo.
La travesía tardó veinticuatro días. Miles de seguidores se le sumaron en el camino y cuando llegaron al mar, Mahatma tomó un puñado de sal de la costa y lo elevó en señal de su irreverencia a las leyes y al gobierno.
Alrededor de 100 000 indios fueron privados de su libertad por seguir su ejemplo, pero la ley fue revocada.
A pesar de haber alcanzado cierto estatus social y tanta influencia, él continuó dirigiendo su vida a través de la austeridad y la simpleza. Trató de abolir las diferencias de género y de clase social y viajó por todas las ciudades de la India para comunicar su misión.
El 30 de enero de 1948, un radical de ultraderecha indio lo asesinó cuando él se dirigía a rezar. Mahatma tenía setenta y ocho años.
Él fue un ejemplo de que el camino fácil no siempre es el único ni el correcto. Todo es cuestión de conservar la esperanza y de no resignar los ideales.

Gracias por todo, Mahatma.