Fue una mujer con fuerza de voluntad.
Nació el 6 de julio de 1907 en México y se
dedicó a la pintura, la escultura y la poesía. Pasión, arte, amor, excesos y
sufrimiento marcaron su vida.
A la edad de seis años sufrió una fuerte poliomielitis
que la dejó en cama durante nueve meses. Como consecuencia de esta enfermedad,
tuvo que pasar por una serie de intervenciones quirúrgicas, la pierna derecha
le quedó más delgada y con la movilidad normal entorpecida.
Su padre, a quien ella admiraba, la
acompañó y le brindó todo su apoyo durante sus épocas más duras. Ella, sin
embargo, comenzó a sentirse sola y a añorar afecto. La relación con su madre
nunca fue buena. Frida no estaba dispuesta al conformismo. Ella quería tener
una identidad propia y dejar una marca en el mundo. Era activa defensora del
pensamiento comunista.
En 1922, se inscribió en la universidad
para estudiar medicina. Allí conoció a quienes luego se convertirían en
célebres artistas e intelectuales mexicanos. Así descubrió su pasión por el
arte y también un talento oculto que se convertiría en el pilar que la llevaría
a sobrellevar los peores momentos de su vida.
El 17 de septiembre de 1925, a la edad de
dieciocho años, Frida fue víctima de un accidente de tránsito. El colectivo en
el que viajaba chocó con un tranvía y un pasamanos de metal le atravesó el
cuerpo de lado a lado. Terminó internada con el hombro izquierdo dislocado, dos
costillas rotas, tres fracturas en la columna, tres en la pelvis, once en la
pierna derecha y el pie derecho aplastado y dislocado. Pasó un mes en el
hospital y la rehabilitación fue larga y dolorosa.
Se refugió en el arte para salir adelante.
Comenzó a utilizarlo como una fuente para expresar su dolor y su agonía. Eso
dotó su estilo de una identidad propia e incomparable. Pintaba acostada en la
cama, inmovilizada por un corsé de yeso.
Así se olvidó de la escuela de medicina y
dedicó su vida al arte.
A los veintiún años conoció a Diego Rivera.
Él se convirtió en el amor más grande de su vida, pero también en aquel que más
dolor y pena le provocaría.
Por aquel entonces Rivera era un muralista
mexicano de fama internacional, apasionado del arte, de las mujeres y de su
éxito. Frida se sintió inmediatamente atraída hacia él y no quería despegarse
de su lado bajo ninguna circunstancia. Estaba dispuesta a darlo todo por aquel
hombre y así lo hizo.
Por cuestiones laborales, la pareja vivió
cuatro años en Estados Unidos. Frida quería volverse a México a toda costa, ya
que se sentía fuera de lugar y nada en aquel país le gustaba. Él no estaba
dispuesto a regresar, pero cambió de opinión cuando lo despidieron.
El reconocimiento internacional de Frida la
llevó a codearse con grandes artistas como Picasso y a tener relaciones fuera
del matrimonio con fotógrafos, mujeres y varios amantes. Rivera también la
engañaba.
Los malestares físicos de Frida jamás la
abandonaron. Al contrario, empeoraron con el correr de los años. Sufrió de
gangrena, infecciones, más de treinta operaciones e incluso la amputación de la
pierna derecha. Lo único que la mantuvo firme fue su amor al arte.
Ella es el claro ejemplo de que las
circunstancias no son determinantes de nuestro destino. Ella fue la primera
artista mexicana en aparecer en la cubierta de la revista Vogue.
Gracias por todo, Frida.