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Friday, 31 May 2013

Sonriente criminal

Perjudicaste mi inconciencia tardía.
Predijiste
el imponderable
de mil voces
que supieron callar a tiempo.
Abrazaste los demonios
de mi inocencia.
Desvirtuaste la paciencia
de las circunstancias
con testarudez innata,
aberrante.
Conjugaste, tontamente,
la sedimentación de los recuerdos,
ajenos y propios.
De un beso que jamás fue
O que sí
fuera
demás.
Supiste,
siempre,
que al desnudar mis ojos
a la luz de la realidad
tergiversarías la omnipotencia del ser.
Mí ser.
Que ya no es mío.
Ni de nadie.
Ni siquiera tuyo.
Tampoco de la ignominia
o del inconsciente colectivo.
Infame.
Desvirtuado.
Tu afecto por la perpetuidad
del ácido infortunio
siempre tuvo la habilidad
de multiplicar
el incierto destino
de mis más apáticas neuronas.
Hacerlas despertar.
Ponerlas de cabeza
ante la contemplación del alma.
La emancipación de la muerte.
Libertad estúpida.
Real e imprecisa.
Pero constante.
Y siempre permanente.
¿Te arrepentirás
algún día
de ser el lazarillo más inoportuno
que las musas del destino se atrevieran
a enraizarme en el alma?
Atravesándome cada vez
que las pupilas de tu corazón
se depositan en mí,
sonriente criminal.
Existencia superflua
de un sinnúmero de mentiras.
Que son mis verdades,
y te vuelven vital,
innegable y atroz.
Como la necesidad de inspirar vida
cada vez que abro la boca.
Como el beso de aquella tierna
y adormecida mañana
en los otoños del recuerdo.
Pero aunque intente abandonar tu atracción

que me llorarás
la vida
en un verso imprudente.
Que reencarnarás
las gargantas
de mil dramas
y procurarás encadenarme
a la sublime y putrefacta
rendición de amarte.
Son tus lágrimas
la caricia más triste
y simplemente adorable
que descuartizaron mi voluntad
antes de siquiera
poder defenderme.
Te admiro,
sonriente criminal.
Tanto hoy como el primer día,
cuando empecé a amarte
y, por siempre,
a detestarte.

Charles A. Dylon

Wednesday, 8 May 2013

En el eje de la corrupción permitida

Que la verán desmoronarse ante el fuego impiadoso del escrutinio,
vil y deliberante/
y sus rodillas,
pérfidos engranajes que ensamblan las columnas de su ser desproporcionado y pusilánime,
se verán oxidadas ante la mirada del conocido y del ajeno,
y no quedará oportunidad próxima para una posible redención.
La vocación del alma transmutada,
perdida en el ego y la sed de supremacía/
de soberanía ciega y sorda/
de irreverencia oscura y profunda/
y cada vez más evidente/
y cada vez más desvergonzada.
La estructura rebelde y descuidada,
imprudente,
tendrá que ser perdonada/
cuando la emoción desborda el raciocinio
se pierde/
se desvanece como la luz casi eclipsada de las estrellas, cuando es amenazada por la negrura furiosa/
tan real como inverosimil/
tan humana e indolente/
como ella.
Como muchos de los que embanderan en sangre presunta la virtud y la palabra.
No nos matarán.
No lograrán acallar nuestras voces,
pues ya en gritos se han convertido/
y la rebelión será,
de manera final y definitiva,
la más victoriosa revolución.

Charles A. Dylon

Sunday, 5 May 2013

Anhelo de libertad

Cuando los cuarteles del alma se ven obligados a sucumbir ante la anarquía del ser,
no queda más respuesta que el ocaso del reino tirano/
que la soberanía de la voluntad reprimida de aquellos que no tienen nombre/
o no tenían/
o siempre fue ignorado.
Es como alzar en brazos la cercanía suprema/
y reprimir el desencanto/
y respirar hondo/
cálido y penetrante.
Como despojar el espíritu corrosivo de la desigualdad innata,
que fagosita el ímpetu/
que lo invalida/
y nos vuelve seres de otro mundo/
de ese que añoramos con cada fibra de nuestro ser.
El anhelo de la plenitud/
tan universal como desproporcionada.
Tan indispensable.
Y la brisa fue intensa/
y breve/
y constante.

Charles A. Dylon

Thursday, 2 May 2013

Nido vacío

Sus alas, que solían desplegarse ante ojos cálidos/
conocidos/
a veces toscos/
siempre eclécticos,
son hoy caricias de lo ajeno/
que tras de si solo el silencio han dejado/
y la quietud del alma.
Las veré regresar/
un seguro tal vez/
que desborda esperanza/
que sonríe/
que respira.

Charles A. Dylon

Sinfonía a destiempo

Y las voces que de vez en cuando te desquician/
se comportan como musas al olvido/
y susurran/
y cantan/
se balancean en el sinfin de la inercia/
se postulan y triunfan/
y el caos pierde una vez más.
Oda a la existencia absoluta/
sinfonía interpretada a piano con sonidos de viento/
con túneles y luces/
y presencias/
y anhelos.

Charles A. Dylon

Wednesday, 1 May 2013

La digestión intelectual

Masticó falacias en la brevedad del pensamiento/
bifurcó conceptos a la luz del sol lúdico, irreal/
con los ojos bien abiertos ante el descubrimiento/
que la llevaría a la redención de la anomalía/
conquistó la gloria y la fe/
la virtud de la falacia, que se vuelve verosimil
cuando la luz también se refleja
sobre el cuerpo postergado


Charles A. Dylon