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Wednesday, 19 September 2012

Baño de chocolate


Sumergido en un baño de chocolate, permito que la desilusión se disuelva junto a la desesperanza, y ambas, sujetas de la mano, se desvanezcan de mi cuerpo. Huéspedes nunca invitadas, quienes nunca tienen fecha exacta de llegada, ni mucho menos de partida. Impunes e irreverentes, suelen rentar aquella vieja habitación, que ya tan maltratada está y ni el más apto de los trabajadores sería capaz de repararla hasta dejarla ilesa, tal y como lo fue en el momento de su creación. La tibieza del cálido aroma pareció motivar la retirada de aquellas. Se fueron hace unos minutos, pero se olvidaron una maleta…

Thursday, 13 September 2012

M


Y otra vez me encuentro a mí mismo en el sendero de la incertidumbre. Recordar sus besos no hace más que acelerar el deseo de tenerlo cerca una vez más. Aunque el anhelo es diferente al de antes, sin embargo. Es otro. Pero el sentimiento es el mismo. ¿O es apenas similar? Es, irónica y confusamente, distinto por completo. Incomparable. No, tan solo diferente. Porque esta vez se trata de otra persona…

Aún puedo sentir su mano acariciando la mía. Sus principios, que él no estaba dispuesto a romper, y esa sonrisa tímida, consecuencia y testigo de la rendición. De la resignación a sus tan atesorados valores. En ese momento me di cuenta de mis habilidades persuasivas. Nunca antes las había considerado tan agudas y bien entrenadas. Él, todo un caballero. Esperó al momento indicado para dar la estocada final, esa que nos llevó a estrechar un lazo todavía endeble, aunque sin dudas inolvidable. Mutuo es el deseo del reencuentro, pero improbable parece que ocurra a tiempo. La realidad nos juega en contra, sin dudas. Volveremos a vernos, de eso estoy seguro. ¿Cuándo? Espero que pronto. No quiero que el delgado hilo se rompa, ya que algún día podría volverse irrompible. Lo presiento.

Monday, 10 September 2012

Reflexiones antojadas en un estado sobrio de conciencia


Es preferible sentir ese dolor intenso y abrasivo a la muda calma de la fría insensibilidad. Ese vacío profundo que condena nuestras rodillas al suelo y nuestra cabeza al ensordecimiento absoluto. Que aniquila las voces del mundo y obliga a latir a nuestro corazón, y a dedicar su entera existencia a extrañar a esa persona. Y a regodearse entre las imágenes impunes de una realidad que, anhelamos, ocurra. Sí, es preferible haber amado a permanecer con el alma impoluta, libre de marcas; tan insulsa como vacía. Por lo tanto, y a la expectativa de un porvenir incierto, aguardo a que el azar de los eventos me sorprenda, y con un poco de suerte, me reúna con lo aquello que siempre he esperado.