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Monday, 31 August 2015

Personas que me inspiran: Sri Aurobindo Ghosh


Fue un hombre de fe.
Nació el 15 de agosto de 1872 en Calcuta, se crió en Inglaterra y estudió en Cambridge hasta obtener el título que le permitiría entrar en el servicio civil indio, pero al negarse a rendir el examen de equitación, no fue aceptado.
En la India, trabajó para el principado de Baroda y como profesor de francés e inglés. Durante ésta época, se involucró en la actualidad social y política del país. Así fundó el diario Bande Mataram. En ese diario difundía sus ideales nacionalistas luego de la división de Bengala en 1905 y los cinco años de caos que la siguieron. Aurobindo fue privado de su libertad en 1908 en una prisión de Calcuta.
Luego de ser liberado, fundó los semanarios Karmayogin —publicación en inglés— y Dharma —en bengalí— y continuó involucrado en la política. La policía todavía lo tenía en la mira y atentaron contra su libertad.
Para que no volvieran a meterlo preso, escapó a un pequeño pueblo cerca de Calcuta y según cuenta en sus historias, una fuerza más elevada se comunicó con él para indicarle que debía trasladarse a Pondicherry. Llegó allí a mediados de 1910.
A partir de ese momento, su vida cambió por completo. Dedicó cuatro años a practicar yoga en absoluto silencio y en 1914, fundó la revista filosófica mensual llamada Arya. Allí expresaba su opinión acerca de la humanidad, el destino y la historia. Quería guiar a la gente hacia la iluminación, la armonía y la plenitud espiritual en contacto con la naturaleza y la evolución.
Aurobindo planteó que la divinidad está al alcance de todos, que está en todo y en todos y que cada uno de nosotros tiene la habilidad de acceder a ella. Desarrolló el concepto de «Supermente», el poder cósmico universal que pone en marcha a la humanidad y que la conduce de su estado innato de ignorancia hacia la luz del conocimiento y una consciencia más elevada.
Aurobindo avanzó sin miedo entre las llamas de la incomprensión y defendió su vida a través de la iluminación espiritual.
Su fiel colaboradora, conocida como La Madre, continuó impartiendo sus enseñanzas luego de la muerte del maestro.

Gracias por todo, Aurobindo.

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