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Sunday, 31 May 2015

El destino espiritual vs. el camino espiritual

  El destino espiritual ya está pactado; desde el momento en el que nuestra alma se reúne con un cuerpo en una nueva experiencia física, lleva consigo ese destino, esa misión. Esta misión pactada está predestinada a cumplirse, independientemente del camino espiritual que elijamos. Hay caminos que son más tormentosos que otros; los hay más fáciles, los hay más alegres o más tristes. Lo que es importante a tener en cuenta es que cada uno de nosotros va a llegar a cumplir su misión sin importar los amigos o enemigos de compañía; sin importar quién estuvo allí para darte una mano o quién no; sin importar el cómo, el dónde ni el cuándo.
  Ahora, si bien el camino no es determinante para el destino, sí lo es para el aprendizaje. Nuestra alma puede transitar esta experiencia física sin alcanzar ninguna clase de evolución espiritual, es decir, sin haber aprendido nada, o tal vez habiendo aprendido lo mínimo indispensable. Esto no significa que no vayamos a alcanzar nuestro destino espiritual. Lo haremos de todas formas, pero tal vez no obtendremos todo el conocimiento ni agotaremos nuestra potencialidad al máximo, para llegar a la plenitud de nuestra identidad espiritual. Por eso es importante siempre dejarse guiar por el instinto y rendirse sin miedo ante la gracia de Dios. Rendirse sin miedo significa alzar los brazos al aire, mantener la frente en alto y, con el pecho repleto de valor y fe, dejarnos guiar por el camino que va a resultar más enriquecedor para esta experiencia física. Eso no significa que será el más sencillo, pero tampoco el más difícil. Será, simplemente, el camino correcto para obtener el mayor fruto de nuestro paso por esta vida. Eso nos ayudará a apreciar nuestro destino mucho más y a darle el valor que se merece.

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