Pages

Saturday, 20 June 2015

La vida de Richie Chanel - Capítulo 4

     —Ahora que te fuiste de tu casa, ¿qué vas a hacer de tu vida, Richie?

     Esa era una excelente pregunta a la cual todavía no le había encontrado respuesta. O por lo menos, no una concreta. Extrañamente, lo único en lo que pude pensar cuando Facundo, o el Pibe como le dicen todos, me hizo dicha pregunta fue en la canción Girls Just Wanna Have Fun, de Cyndi Lauper. Aquel que no la conozca, debería darle vergüenza primero, y luego ir a Spotify y escucharla.

     A pesar de que ambos teníamos dieciocho años, yo todavía estaba muy ocupado leyendo Harry Potter, viendo Sakura Card Captors, Saint Seiya y Sailor Moon y escuchando un CD remixado con canciones de Madonna, Robbie Williams y Cyndi Lauper, entre otros. La lista de mis artistas favoritos se extendía más allá de lo que podía contar, y por aquel entonces la adición más reciente a la colección era la cantante japonesa Ayumi Hamasaki. No podía dejar de escuchar sus canciones, y tiene un repertorio que los mantendría ocupados durante un buen tiempo, mis estimados lectores. 

     No estoy seguro le respondí. 

     ¿Pensás seguir yendo a la escuela? 

     —Me imagino que sí. Nunca se me ocurrió dejarla. 

     —Entonces es muy posible que te cruces con tus viejos o con tus hermanos —razonó—. ¿Volviste a hablar con ellos desde que te fuiste? 

     —En realidad no —le dije—. Me escribí varios SMS con mi hermano Jacinto, pero más que eso no. 

     ¿No te gustaría llamarlos? —me propuso y estiró el cuello. 

     Como todavía estaba de huésped en la casa de Vivi, el Pibe y yo compartíamos la misma habitación. Él tenía una cama marinera. Yo ocupaba la cama de arriba y él la de abajo. Cuando escuché esa pregunta, sentí un movimiento y asomé la cabeza hacia abajo. Efectivamente, él me estaba mirando.

     —No sé —suspiré—. Hasta ahora ellos tampoco se preocuparon en buscarme. ¿Por qué debería interesarme? 

     Tiene sentido dijo el Pibe y asintió mientras fruncía los labios. 
    
Después volvió a acomodar la cabeza sobre la almohada, las manos en la nuca, cerró los ojos y se relajó. Eran las 22.47 y recién llegaba de trabajar. Él ayudaba a su papá, el Gordo, en el taller mecánico un par de veces por semana después de la escuela. Yo me sentía muy cómodo en su presencia, pero me inquietaba un poco su sensación de la responsabilidad y sus pies tan bien plantados en la tierra. 
    
Todavía no había llegado a madurar esa parte de mi personalidad... Y la canción de Cyndi Lauper era lo único que me dio vueltas en la cabeza hasta que me quedé dormido.

No comments:

Post a Comment