Fue un hombre fuerte. Frederick Douglass nació esclavo el 14 de febrero de 1818 en Talbot, Estados Unidos. Su madre vivía en una plantación diferente y él no tenía contacto con ella. Nunca supo quién fue su padre. Lo crió su abuela y tuvo una vida apacible hasta los seis años de edad, cuando lo asignaron como el acompañante personal de la hija menor de su «dueño».
La esclavitud era una institución en la que
un ser humano tenía control absoluto sobre otra persona. Eso permitía a los
«dueños» vender a sus esclavos, revenderlos y trasladarlos tantas veces como
quisieran. Un día estaban en un sitio y al siguiente nadie sabía de su
paradero, ya que lo habían vendido a otro dueño. Así de simple, como si se
tratara de un mueble viejo. La esclavitud planteaba que las personas de raza
negra eran inferiores a los blancos, que eran considerados superiores.
Frederick Douglass creció en una realidad
en la que los afroamericanos eran política y socialmente considerados parte de
la propiedad de sus «dueños», junto al ganado y demás posesiones. No eran
muchos los esclavos que en esa época sabían su fecha de nacimiento ni sus
verdaderos orígenes.
Ni siquiera cumplidos los diez años de
edad, vio cómo un hombre blanco, «dueño» de su tía, la amarraba de manos contra
un poste y la azotaba con un látigo en la espalda. La vio fallecer.
Más allá de una niñez dura, Frederick
Douglass creció para convertirse en una fuerza política y social que movilizó
no solo a la liberación de la raza negra sino también a la liberación de la
mujer, ya que jugó un papel muy importante en el feminismo de su época. La
igualdad a su máxima expresión, de raza y de género. No fue soldado ni
político, pero fue una de las figuras más importantes en la guerra civil, en
cómo fue llegada a cabo. También se presentó en la Convención de Seneca Falls,
primer movimiento en defensa de los derechos de la mujer en Estados Unidos y
manifestó su apoyo al derecho al voto femenino.
Tras una larga vida repleta de altibajos, ser
vendido y revendido, haber escapado y haberse convertido en fugitivo, Frederick
Douglass contrajo matrimonio, consiguió su libertad y luchó por lo que creía
correcto. Fue un esclavo que vivió la peor de las brutalidades de la esclavitud
y aun así fue capaz de reconstruir su vida a través del esfuerzo, la suerte y
el coraje.
Su gran habilidad era la capacidad de
capturar sus pensamientos en palabras, orales y escritas.
Él es el claro ejemplo de que todos tenemos
la habilidad de tomar nuestro destino en nuestras propias manos. Todo es una
cuestión de atreverse a dar el primer paso.
Gracias por todo, Frederick.
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