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Tuesday, 30 June 2015

Dame un consejo #2


La primera en responder a mis preguntas fue mi amiga María Fernanda. Ella viene de Colombia y vive en Alemania. Estudió Marketing y está por comenzar una maestría en Management. Sin dudarlo un instante, respondió: 

  1. El mejor consejo que me han dado: "sobre todas las cosas, nunca olvides quién eres. No olvides lo que Dios ha hecho en tu vida y hasta dónde te ha llevado." 

  1. Mi mejor consejo es: "no creas que tu sueño es el más imposible; no lo dejes ir por que si lo dejas ir, ya no valdría la pena vivir. Todo es posible mientras respires y tengas fe en Dios." 

Word of Advice #2


The first one to respond to my questions was my friend María Fernanda. She's from Colombia and lives in Germany. She studied Marketing and is about to start her masters in Management. Without hesitation, she answered: 

  1. The best advice that I've ever received: "above all things, never forget who you are. Never forget what God has done in your life and where he has brought you." 

  1. My best advice is: "don't believe that yours is the most impossible dream; don't let it go, because if you do so, life would make no sense. Everything is possible as long as you breathe and have faith in God." 

Rat geben #2


Die erste, die auf meine Fragen geantwortet hat, war María Fernanda, eine Freundin von mir. Sie kommt aus Kolumbien und wohnt in Deutschland. Sie hat Marketing studiert und beginnt bald mit ihrem Master in Management. Ohne es zu zweifeln, hat sie geantwortet:

  1. Der beste Rat, den ich bekommen habe ist: "vor allem, vergiss nie, wer du bist. Vergiss nie, was Gott in deinem Leben gemacht hat und wo er dich gebracht hat."

  1. Mein bester Rat ist: "glaub nicht, dass dein Traum der unmöglichste ist; lass ihn nicht los. Wenn du ihn los lassen würdest, dann würde das Leben keinen Sinn mehr machen. Alles ist möglich, soweit du atmest und an Gott glaubst." 

Personas que me inspiran: Frederick Douglass



Fue un hombre fuerte. Frederick Douglass nació esclavo el 14 de febrero de 1818 en Talbot, Estados Unidos. Su madre vivía en una plantación diferente y él no tenía contacto con ella. Nunca supo quién fue su padre. Lo crió su abuela y tuvo una vida apacible hasta los seis años de edad, cuando lo asignaron como el acompañante personal de la hija menor de su «dueño».
La esclavitud era una institución en la que un ser humano tenía control absoluto sobre otra persona. Eso permitía a los «dueños» vender a sus esclavos, revenderlos y trasladarlos tantas veces como quisieran. Un día estaban en un sitio y al siguiente nadie sabía de su paradero, ya que lo habían vendido a otro dueño. Así de simple, como si se tratara de un mueble viejo. La esclavitud planteaba que las personas de raza negra eran inferiores a los blancos, que eran considerados superiores.
Frederick Douglass creció en una realidad en la que los afroamericanos eran política y socialmente considerados parte de la propiedad de sus «dueños», junto al ganado y demás posesiones. No eran muchos los esclavos que en esa época sabían su fecha de nacimiento ni sus verdaderos orígenes.
Ni siquiera cumplidos los diez años de edad, vio cómo un hombre blanco, «dueño» de su tía, la amarraba de manos contra un poste y la azotaba con un látigo en la espalda. La vio fallecer.
Más allá de una niñez dura, Frederick Douglass creció para convertirse en una fuerza política y social que movilizó no solo a la liberación de la raza negra sino también a la liberación de la mujer, ya que jugó un papel muy importante en el feminismo de su época. La igualdad a su máxima expresión, de raza y de género. No fue soldado ni político, pero fue una de las figuras más importantes en la guerra civil, en cómo fue llegada a cabo. También se presentó en la Convención de Seneca Falls, primer movimiento en defensa de los derechos de la mujer en Estados Unidos y manifestó su apoyo al derecho al voto femenino.
Tras una larga vida repleta de altibajos, ser vendido y revendido, haber escapado y haberse convertido en fugitivo, Frederick Douglass contrajo matrimonio, consiguió su libertad y luchó por lo que creía correcto. Fue un esclavo que vivió la peor de las brutalidades de la esclavitud y aun así fue capaz de reconstruir su vida a través del esfuerzo, la suerte y el coraje.
Su gran habilidad era la capacidad de capturar sus pensamientos en palabras, orales y escritas.
Él es el claro ejemplo de que todos tenemos la habilidad de tomar nuestro destino en nuestras propias manos. Todo es una cuestión de atreverse a dar el primer paso.

Gracias por todo, Frederick.

Monday, 29 June 2015

Rat geben #1



Ich habe die Idee bekommen Menschen zwei einfache Fragen zu stellen:

1.        Welcher ist der beste Rat, den du bekommen hast?
2.        Welcher ist der beste Rat, den du geben würdest?

Die Idee ist zu sehen, was die Menschen motiviert und durch ihre Räte wissen, wie sie ihr Leben führen.   Es ist auch die Idee einen Raum zu erschaffen, wo wir selbst an unsere Ziele und unsere Lebensphilosophie erinnern können. Falls uns die Motivation fällt, auch unsere Kraft wieder zu finden.

Da es der este Post ist, der "Rat geben" von heute ist persönlich.

1.      Der beste Rat, den ich bekommen habe war von meiner Mutter. Einmal hat sie mir gesagt: "Hab nie Angst vor Fragen Stellen, da nicht zu fragen wäre genauso wie bereits ein nein als Antwort bekommen zu haben. Wenn du fragst, du könntest ein ja hören. Und wenn sie nein sagen, das hast du mindestens die Erfahrung gefragt zu haben."


2.      Mein bester Rat ist: "folge deine Intuition, da sie immer Recht hat". Intuition ist die Stimme Gottes, deiner spirituellen Führer (oder egalwelche deine Glauben sind), die dich zu die Wahrheit deiner Identität und ein erfülltes Leben führt. Wenn du fühlst, dass deine Intuition zuzuhören auf keinen guten Weg dich richtet, dann du hörst nicht genau zu oder du verstehst die Botschaft nicht. Mach deine Ohren und deine Augen zu der Gnade Gottes.

Word of Advice #1



I had the idea of asking people two simple questions:

1.        Which is the best advice someone's ever given you?
2.        What's the best advice you would give?

The idea is to see what motivates people and, through their advice, know what leads their lives. Also, the idea is to create a space where we can remind ourselves of our goals, our life philosophy and, in case we are lacking motivation, read somebody else's advice and regain our strength.

Being the first one, the "Word of Advice" of the day, is a personal one.

1.      The best advice I recieved was from my mother. She told me one day: "Never be afraid to ask, because not doing so would be as already having recieved a no for an answer. If you ask, you may hear a yes. And if they say no, at least you have the experience of having asked."


2.      My best advice is: "always follow your intuition, because it's never wrong." Intuition is God's voice, your spiritual guides', or whatever your belief is, guiding you the your identity's truth and to a full life. If you feel like listening to your intuition doesn't guide you to anything good, then you are not listening closely enough or you are not understanding the message. Open your ears and eyes to the grace of God.

Dame un consejo #1

(English Version)
(Deutsche Version)

Se me ocurrió hacerle dos simples preguntas a la gente:

1.        ¿Cuál es el mejor consejo que has recibido?
2.        ¿Cuál es el mejor consejo que darías?

La idea es ver qué motiva a la gente y, a través de sus consejos, saber cómo dirigen su vida. También, la idea es crear un espacio en el que podamos recordarnos a nosotros mismos cuáles son nuestras metas, nuestra filosofía de vida y, si acaso nos faltara motivación, poder leer los consejos de otros y recuperar la fuerza.

El “Dame un consejo” del día, por el primero, va a ser personal.

1.      El mejor consejo que recibí fue de mi madre. Ella me dijo un día, “Nunca temas preguntar, ya que no hacerlo sería lo mismo que haber recibido un no como respuesta. Si preguntas, podrías escuchar un sí. Y si dicen que no, por lo menos tienes la experiencia de haber preguntado”.


2.      Mi mejor consejo es: “siempre sigue tu intuición, ya que nunca se equivoca”. La intuición es la voz de Dios, tus guías espirituales, o cualquiera sea tu creencia, guiándote hacia la verdad de tu identidad y hacia una vida plena. Si sientes que escuchar a tu intuición no te guía a nada bueno, entonces no estás escuchando con atención o no estás entendiendo el mensaje. Abre los oídos y los ojos a la gracia de Dios.

Saturday, 27 June 2015

La vida de Richie Chanel - Capítulo 5

Había tenido un día de clases bastante pesado.

Todo había comenzado con un examen de literatura, en el cual no podía asegurar si me había ido bien o desastrosamente mal. Siempre tenía ese sentimiento cuando terminaba de escribir un examen, y también un segundo antes de recibir los resultados. No es por alardear, pero siempre fui un buen estudiante. Así que mi temor siempre era infundado, lo que me había hecho acreedor del odio, o cuando menos envidia, de todos mis compañeros.

Al examen lo había seguido la clase de geografía más aburrida del trimestre, y como afuera hacía mucho calor, no podía concentrarme. Contrario al común denominador, como para no perder la costumbre, mi estación del año favorita es el invierno. El calor me deja hecho una piltrafa, mientras que el frío me carga las pilas.

Entonces, con esa extraña sensación de adormecimiento luego del examen —provocada seguramente por el exceso de adrenalina—y dos horas de aburrimiento sobre mis espaldas, me embarqué en la clase de historia.

El timbre —porque el Instituto Misericordia no tenía campana—había sonado y el alumnado había entrado como bestias a las aulas. Ese día, el maestro de historia, Mirno Martens, nos había dividido en grupos para realizar unas actividades en clase. El tema era la Revolución de Mayo. Teníamos que responder una serie de preguntas, cuyas respuestas después debatiríamos con el curso entero.

Podrán decirme chupamedias, queridos lectores, también traga, o incluso agrandado, pero nunca fui la clase de estudiante a quien le asignan una tarea y, en vez de resolverla, se dedicara a hacer bromas y, para hablar mal y pronto, a pelotudear. Si hay que hacer algo, se hace. Tiempo para rascarse el higo habrá después.

Entonces, mientras todos en mi grupo se reían, se tiraban bolitas de papel y se hacían bromas, Camila y yo nos dedicábamos a resolver las preguntas. El problema fue que el resto de mis compañeros estaban armando tanto escándalo, que no tuve más remedio que pedirles que bajen el tono. No me pregunten por qué, pero eso fue lo primero y aparentemente único que Mirno Martens escuchó… O mejor dicho escuchó mal.

—¡Señor Fernández! —dijo en voz muy fuerte—. ¿Por qué en vez de andar jugando con sus compañeritos no se dedica a resolver las tareas que le dejé?

El aula cayó en un silencio sepulcral. Nadie decía nada. Se podía oír el zumbido de los tubos de luz fluorescente.

—Yo no dije nada —me defendí, ante el silencio de mis compañeros de grupo.

—¿Cómo dice? ¡A mí no me responde! —gritó Martens, muy enojado.

—¡Pero si yo no estaba haciendo nada! —le dije, también en voz alta—. ¡Son ellos los que están molestando!

—¡A mí no me levante la voz, si no quiere que llame a la directora! —amenazó, y se puso rojo como un tomate.

Nunca lo había visto fuera de sí y, a decir verdad, era intimidante. Tenía la piel tan blanca que parecía transparente y era completamente pelado. No me pregunten por qué, pero la gente sin un pelo en la cabeza me inspira desconfianza.

Soy narcisista, sí. Lo sé, y ya se los advertí hace tiempo.

Yo no iba a permitir que ese pelado cara de chancho me gritara de esa manera. ¡Nos tapó el agua, señores! ¡La que me faltaba! Encima que me estaba esforzando en clase, me gané un grito sin costo ni reembolso. ¡Ah no! ¡Con Richie Chanel no se mete nadie, caramba!

Entonces me puse de pie y traté de contener la ira. Lo miré a los ojos y le dije:

—Si quiere, llámela a la directora, porque yo no tengo nada que ocultar. Soy el único en este… grupo… que está trabajando y no me merezco que me trate de esta manera. Así que, con su permiso, me gustaría seguir con las tareas.

Agarré mi cuaderno, mi libro y mi lapicera y me senté solo en un asiento apartado de todas las sorprendidas miradas de mis compañeros. Y todos seguían con la boca callada.

Estaba demasiado enojado como para concentrarme en la lectura y la ira me ensordecía, con lo cual no podía escuchar lo que Martens me decía. Pero sonaba algo así como la reprimenda de un maestro que estaba muy decepcionado y que tomaría represalias. Eso fue hasta que Camila se dignó a abrir la boca y defenderme. Le explicó qué estaba pasando en el grupo y Martens dejó de lado sus deseos de venganza.

Y fue ahí cuando empecé a divertirme. Jacinto, el segundo de mis hermanos mayores, también asistía al Instituto Misericordia y Martens había sido su maestro de historia apenas un par de años antes. Como en Buenos Aires la tradición marca que todos los hermanos están cortados por la misma tijera y nadie puede tener una identidad propia, todos los maestros, sin excepción, cada vez que me conocían me comparaban con mi hermano mayor… Y como Jacinto no era el más aplicado de los alumnos, me miraban con resentimiento, odio y hasta con ganas de hacerme la vida imposible. Año tras año era la misma historia. Me tocaba demostrarle a todos que yo no era igual que Jacinto, sino que era mi propia persona y muy diferente a él.

Adoro y admiro a Jacinto. Eso, sin embargo, no significa que no seamos diferentes.

Mientras me concentraba en mis respuestas, al borde del llanto por la bronca que tenía, Martens se me acercó y me preguntó:

—¿Y cómo anda su hermano?

Mi primer pensamiento fue ¿desde cuándo te interesa lo que le pase a Jacinto, Pelado? Por tu culpa estuvo a punto de repetir el año.

—Está bien —le dije sin siquiera mirarlo.

Puedo ser muy insurrecto cuando tengo ganas, y me dan ganas muy a menudo.

Lo que dijo después me resultó tan irrelevante que ni siquiera merece que lo describa. La conversación fue insulsa y hedionda, digna de Martens. Era un maestro agradable a primera vista y tenía una manera de enseñar que me resultaba muy amena, pero era cierto que se había equivocado conmigo. También era cierto que se había dado cuenta de su error y que, a su manera, estaba tratando de pedirme disculpas.

Ya sé que pedirle disculpas tan abiertamente a un alumno es un desafío para la autoridad de un maestro, pero a mí en ese momento no me importaba en lo más mínimo. ¿Por qué había de importarme? Me habían ofendido y yo no me iría feliz sin una disculpa.

Luego de resolver las preguntas y consultarlas con el resto de la clase, el timbre sonó y dio por terminado el día más agotador de clases que me había tocado en un tiempo. Y para colmo de males, se puso a llover.

Como yo no estaba dispuesto a que el agua me arruinara el pelo, siempre llevaba un paraguas metido en la mochila. Lo saqué y me puse a caminar hasta la parada del colectivo. Todos mis compañeros vivían en direcciones diferentes y los pocos que vivían por mi zona, esperaban a que los fueran a buscar o se iban más tarde con otro grupo de amigos. Por ende, yo siempre volvía solo.

Ese día no podía ser peor. Por lo general la lluvia me levantaba el ánimo —hay algo en el agua que me hace sentir muy relajado—, pero ese día no estaba surtiendo efecto. Todavía no podía dejar ir el enojo que Martens me había hecho sentir.

Solía ser muy rencoroso. Pero a partir de esa tarde la cosa empezó a cambiar.

Mientras avanzaba a la parada, vi a un hombre en silla de ruedas que se estaba refugiando de la lluvia en la entrada de una casa. Vi mucha gente pasar delante de él, pero ninguno se detuvo.

Yo me acerqué y le pregunté:

—¿Lo puedo acompañar a algún lado?

Él me miró, sorprendido.

—¿Hasta dónde vas?

—Voy hasta la parada del 87.

—Ah, no está bien. Yo tengo que seguir después de la parada. Andá tranquilo. Yo espero a que pare un poco.

—¿Está seguro?

—Sí, querido. Andá nomás. ¡Y muchas gracias! Es muy amable de tu parte.

—Nada que agradecer —le dije—. ¡Buen día!

—¡Gracias, pibe! ¡Buen día y muchas gracias!

Jamás hasta ese momento se me había cruzado por la cabeza cómo se las arreglaban las personas en silla de ruedas para salir de casa los días de lluvia. Por supuesto, siempre estaba la opción de ponerse una campera o un piloto, pero eso no se compara a un paraguas.


Eso me ayudó a poner mis prioridades en perspectiva y provocó un cambio drástico en mi visión de la vida… por lo menos por ese día.

Saturday, 20 June 2015

La vida de Richie Chanel - Capítulo 4

     —Ahora que te fuiste de tu casa, ¿qué vas a hacer de tu vida, Richie?

     Esa era una excelente pregunta a la cual todavía no le había encontrado respuesta. O por lo menos, no una concreta. Extrañamente, lo único en lo que pude pensar cuando Facundo, o el Pibe como le dicen todos, me hizo dicha pregunta fue en la canción Girls Just Wanna Have Fun, de Cyndi Lauper. Aquel que no la conozca, debería darle vergüenza primero, y luego ir a Spotify y escucharla.

     A pesar de que ambos teníamos dieciocho años, yo todavía estaba muy ocupado leyendo Harry Potter, viendo Sakura Card Captors, Saint Seiya y Sailor Moon y escuchando un CD remixado con canciones de Madonna, Robbie Williams y Cyndi Lauper, entre otros. La lista de mis artistas favoritos se extendía más allá de lo que podía contar, y por aquel entonces la adición más reciente a la colección era la cantante japonesa Ayumi Hamasaki. No podía dejar de escuchar sus canciones, y tiene un repertorio que los mantendría ocupados durante un buen tiempo, mis estimados lectores. 

     No estoy seguro le respondí. 

     ¿Pensás seguir yendo a la escuela? 

     —Me imagino que sí. Nunca se me ocurrió dejarla. 

     —Entonces es muy posible que te cruces con tus viejos o con tus hermanos —razonó—. ¿Volviste a hablar con ellos desde que te fuiste? 

     —En realidad no —le dije—. Me escribí varios SMS con mi hermano Jacinto, pero más que eso no. 

     ¿No te gustaría llamarlos? —me propuso y estiró el cuello. 

     Como todavía estaba de huésped en la casa de Vivi, el Pibe y yo compartíamos la misma habitación. Él tenía una cama marinera. Yo ocupaba la cama de arriba y él la de abajo. Cuando escuché esa pregunta, sentí un movimiento y asomé la cabeza hacia abajo. Efectivamente, él me estaba mirando.

     —No sé —suspiré—. Hasta ahora ellos tampoco se preocuparon en buscarme. ¿Por qué debería interesarme? 

     Tiene sentido dijo el Pibe y asintió mientras fruncía los labios. 
    
Después volvió a acomodar la cabeza sobre la almohada, las manos en la nuca, cerró los ojos y se relajó. Eran las 22.47 y recién llegaba de trabajar. Él ayudaba a su papá, el Gordo, en el taller mecánico un par de veces por semana después de la escuela. Yo me sentía muy cómodo en su presencia, pero me inquietaba un poco su sensación de la responsabilidad y sus pies tan bien plantados en la tierra. 
    
Todavía no había llegado a madurar esa parte de mi personalidad... Y la canción de Cyndi Lauper era lo único que me dio vueltas en la cabeza hasta que me quedé dormido.