Fue una mujer sin miedo. Sophie Scholl
nació el 9 de mayo de 1921 en Múnich. Fue dirigente y activista del movimiento
de resistencia contra la
Alemania nazi, llamado Rosa Blanca. Estudiaba biología y
filosofía.
En 1937, su hermano y amigos fueron
arrestados por participar de un grupo católico y eso marcó para siempre su
oposición a Hitler y al nazismo.
También fue un alma artística; tenía un gran
talento para la pintura y el dibujo. Fue considerada como una «artista
degenerada» entre tantos otros. Tenía una innegable pasión por la filosofía y
la religión. En fin, todo aquello que defendía el pensamiento abierto, la
libertad de expresión y la igualdad.
Sophie Scholl consideraba que la educación
era el regalo más importante que se le puede hacer a cualquier persona. «La
mano que mueve la cuna, mueve al mundo», escribió en un trabajo al terminar el
secundario en 1940.
Trabajó como maestra de jardín de infantes,
luego realizó seis meses de servicio civil, que es obligatorio en Alemania,
donde trabajó como profesora de enfermería.
En 1942 se inscribió en la Universidad de Múnich
para estudiar Biología y Filosofía. Allí también estudiaba su hermano Hans y él
le presentó a sus amigos, quienes también eran revolucionarios políticos igual
que ella. Así comenzó un selecto grupo de amigos que se reunían para debatir
acerca de arte, política, literatura, filosofía y teología. Sophie conoció a un
sinnúmero de artistas, escritores y filósofos que moldearon su visión ya
establecida de la sociedad, redefinieron sus creencias cristianas y le
proporcionaron un entorno en el que no se sentía ajena.
Uno de los temas que más la aquejaba era la
identidad individual dentro de la dictadura. ¿Cómo es posible ser alguien
cuando ser alguien significa perder la libertad y la vida? ¿Acaso debía
resignar su identidad para seguir con vida?
El movimiento Rosa Blanca comenzó a hacerse
conocer a través de pintadas y panfletos en la universidad. Ella, su hermano y
sus amigos no dudaron un segundo en unirse. El grupo comenzó con solo cinco
integrantes, pero no tardó en extenderse a toda Alemania.
Fue ella quien, con coraje y sin temor, se
encargó de que Rosa Blanca recorriera ciudades, fuera promocionado y ganara
cada vez más adeptos. La
Gestapo los tenía en la mira.
Su hermano y ella se convirtieron en los
líderes del núcleo de Múnich de Rosa Blanca. Con ayuda del profesor Kurt Huber,
crearon las últimas dos series de panfletos, que repartirían en la universidad.
«¡Fuera Hitler!» era el lema.
El 22 de febrero de 1943 Sophie Scholl y
sus compañeros fueron llamados a comparecer ante tribunal. Fueron acusados de
traición y se los sentenció a la guillotina ese mismo día.
Ella no se dio por vencida ni aún vencida.
Sus últimas palabras fueron «sus cabezas caerán también». Tenía 21 años cuando
fue asesinada.
La mayoría de los miembros de Rosa Blanca
fueron decapitados más tarde ese año y otros fueron sentenciados con condenas
de entre ocho meses y diez años de prisión, dependiendo de la gravedad del caso.
A pesar de todo, Rosa Blanca siguió en pie.
Los grupos se volvieron clandestinos y continuaron creando panfletos de
resistencia contra el régimen nazi.
Al final de todo, Rosa Blanca ganó. La honestidad
y la valentía siempre triunfan.
Gracias por
todo, Sophie.