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Saturday, 18 July 2015

La vida de Richie Chanel - Capítulo 8

La historia de esta semana es muy breve, porque los exámenes finales se acercan y no me da el tiempo, queridos lectores, de contarles más que una pequeña anécdota.

Ocurrió hace unos años atrás, cuando estaba en la universidad. Era un día de calor intenso, de esos que no da tregua y yo estaba esperando al colectivo para regresar a casa, de pie al rayo del sol y se me había terminado el agua… ¡Perfecto! Había tenido clase de historia y la profesora, para variar, no era del todo, ¿cómo decirlo? No era de mi agrado. Eso, sumado al hecho de que me tocó la dichosa suerte de sentarme junto a un papanatas que no paraba de hablar ni de reírse de la gente —y me obligó a decirle con firmeza que cerrara la boca—, me había alterado los nervios. Por ende, no estaba de buen humor. Y el verano, siendo la estación del año que menos me gusta —soy amante del invierno—, tiene la peculiar habilidad de sacarme de quicio.

Ni una nube. Ni la más leve brisa. Nada. ¿A quién se le ocurrió inventar el verano, che?

Necesitaba llegar a casa, y pronto. Fue entonces cuando, en la esquina de enfrente vi a un hombre. No me había percatado de su presencia hasta el momento y, según su actitud, él tampoco tenía mucha idea de dónde se encontraba. Se lo veía dubitativo, parado en la esquina y dando vueltas en círculos. Miró hacia la derecha y luego a la izquierda, se rascó la cabeza y, todavía sin estar convencido, optó por caminar hacia el oeste sobre la calle perpendicular a la mía. No sé si fue el calor, el cansancio o el hartazgo, pero verlo me dio un ataque de risa. Ese hombre tenía pinta de haber aparecido de la nada. Como si de repente se hubiese tele-transportado hacia esa esquina desde un lugar y una época desconocida. Por lo menos, esa era su actitud y la expresión en su rostro. Tenía cada de, ¡pero la puta! ¡Pasó otra vez lo mismo! ¡Estaba por cruzar la calle y viajé en el tiempo! ¡Que me cache en dié’, caramba! ¡Uno ya no puede caminar por la calle sin cambiar de dimensión espacio-temporal!

Una broma sólo para mí. Me reí durante todo el viaje y nadie a mi alrededor entendía por qué. Seguramente pensaran que era yo el que había viajado en el tiempo y por eso me reía. No lo sé.

¡Gracias viajero en el tiempo! ¡Me alegraste la semana!

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